lunes, enero 09, 2017

Sobre el riesgo

Hace un tiempo escribí una columna llamada "Sobre el Fracaso", que lamentablemente pocos entendieron (la culpa nunca la tiene el escritor :B). Hoy quiero escribir sobre una arista del riesgo y sobre que opino respecto a tomarlos. Podría partir esto con una explicación psicológica o económica sobre el mismo, pero pajita, la Wikipedia podría ayudarles. Aclaración: acabo de terminar de escribir esto y me di cuenta que da pa libro, así que no estoy tocando todas las posibles aristas y probablemente peque de estupidez (quienes me conocen saben que eso ocurre con frecuencia :B). A ver, esto no es un tratado ni nada eso. Sé que hay personas que son adversas y otras que propenden al riesgo, así que como esta es mi columna, voy a ser autorreferente; en los comentarios, podemos discutir sobre esto, así que tranquil@s.

Hoy hablaba con una amiga respecto a si vale la pena tomar riesgos en la vida (y no estoy hablando de dinero). Esta wea es como cuando vas al casino, si le apuestas poco, tienes pocas posibilidades de perder... pero si le pegas al gordo máximo, te llevas poco también. El tema es que a veces uno ni siquiera se sienta en la mesa de las apuestas. Ojo, no estoy diciendo que eso sea malo. Cuidado, también es malo poner todo en una sola jugada (¿Cómo aplicaría metafóricamente el dicho "la casa nunca pierde"?). La pregunta es: ¿vale la pena?

Aquí, los adversos al riesgo dirán: "Como se te ocurre maldito imbécil que voy a arriesgarme", pero cuando quieres algo en la vida, debes ser no solo capaz de inscribirte en el curso de paracaidismo, sino de pararte en la puerta del avión, sentir el viento golpeándote en la cara, sentir la adrenalina y el instinto de conservación corriendo a full, cerrar los ojos, sabes que viene algo la raja (copado, cheverisimo, pichudo, awesome, OSOM!) y ahí experimentar de la forma más cruda el riesgo. Muchos de nosotros estaríamos dispuestos a perder el dinero, devolvernos al avión, hacernos pelotita o ir llorando donde nuestras madres. Me voy a referir este ejemplo de tipo de riesgo, en el que actúa nuestro instinto de conservación, no al de perder todo/ganar algo que podría haber en el mercado accionario o en una mesa de Blackjack.

Volviendo al ejemplo del avión: a mí me costaría saltar. Lo bueno es que siempre hay un instructor, que con afecto y mano amiga, te dice: "Salta conchetumare!" y te da un empujón. Y de ahí al cielo (figurativamente, nadie quiere que tu lindo cuerpo termine como una mancha en el suelo). Entonces la pregunta es: ¿vale la pena arriesgarse? ¿Y hasta dónde? Cuando estás a punto de saltar en paracaídas, no puedes arriesgarte un poquito lo haces o no, punto. Sabes que puedes salir dañado, sabes que puedes quedar herido (probablemente muerto o en el mejor de los casos bueno para nada). Más aun cuando en las previas de salto, caíste mal y te golpeaste feo.

Pausa, convengamos que el dolor sirve para algo importante: para que no vuelvas a hacer una estupidez como tirarte de cabeza desde un lugar alto. Nuestro instinto de supervivencia está asociado a él. Aprendemos cuando chicos que no puedo meter la mano al horno mientras esté encendido. Por eso a partir de ahí, comenzamos a tomar precauciones para disminuir el riesgo/dolor.

¿Vale la pena hacer algo si no te apasiona verdaderamente? ¿Vale la pena bajar la guardia y ser vulnerable? ¿Vale la pena mandar a la mierda nuestro instinto de supervivencia? La verdad, no tengo puta idea. Probablemente no. Pero si no arriesgamos, ¿en que se convierte nuestra vida? Cuantas veces alguno de nosotros se ha preguntado "¿Y qué hubiera pasado sí?". En mi caso, dejé de hacerme esa pregunta hace mucho rato. Dejé de vivir con culpa de no hacer lo que quise, aunque me haya equivocado.

Sin embargo, el objetivo oculto de este texto se trata del papel que toma el instructor de salto. Me imagino que su trabajo debe tener esa cuota interesante de empujones diarios para llegar contando a su casa sobre los últimos gritos de muchos de sus alumnos: "- Putooooooooo............!". Me lo imagino también con la frustración de muchas veces haber llegado al lugar, haber entrenado con sus estudiantes, solo para que, al momento de la decisión, se retractaran. Déjenme decirles, eso frustra y además es agotador. ¿Pero será necesario dejar de hacerlo? Creo que no, él sabe que en tierra no recibirá una patada en los huevos, sino un sincero y agradecido abrazo: "Gracias conchetumadre hijo de la gran puta, sin ti no hubiera podido hacerlo, me cambiaste la vida". El riesgo para él funciona distinto, porque sabe que hay después del salto. Pero ¿y el alumno? ¿Por qué debería confiar en este gran hijo de un camión de maracas sidosas que me quiere lanzar al vacío?

Dejo este dialogo de The Matrix, en la escena donde Morpheus (Morfius para los amigos) le dice a Neo que debe decidir entre la pastilla azul y la pastilla roja:

Morfeo: Me imagino que te has de estar sintiendo un poco como Alicia, cayéndote por el hoyo del conejo.
Neo: Se puede decir.
Morfeo: Se te nota en los ojos. Tienes la mirada de un hombre que acepta lo que ve, porque está esperando despertar. Irónicamente, es bastante cierto. ¿Crees en el destino, Neo?
Neo: No.
Morfeo: ¿Por qué no?
Neo: No me gusta la idea de no controlar mi vida.
Morfeo: Sé exactamente de qué estás hablando. Déjame decirte por qué estás aquí. Estás aquí porque sabes algo, no puedes explicar ese algo, pero lo sientes.
[...]
Morfeo: Si te tomas la [pastilla] azul la historia acaba, despiertas en tu cama y crees lo que tú quieras creer. Si te tomas la [pastilla] roja te quedas en el País de las Maravillas y te enseño qué tan profundo es el hoyo. Recuerda sólo te estoy ofreciendo la verdad. Nada más.
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Y aquí Morfeo sabe que hay al otro lado, que Neo tiene poco para perder, pero mucho por ganar. ¡Siento a Neo agitado y abrumado antes de elegir cual pastilla tomar! Quizás yo le hubiera dicho: "¡Me la suda tu pastilla maldito psicópata, deja de andar creyendo en weas!". Pero Neo decide confiar en su mentor.

Y aquí viene un concepto clave, que quiero desarrollar pronto, el "perder para ganar". Cuando estoy parado en la puerta del avión con los cachetes apretados decidiendo si le hago caso a mi instinto o a mi instructor, debo decidir perder para poder ganar. ¡OH! ¡Pero ahí habita el riesgo!

Me encantaría dejar una pregunta planteada, pero no se cual: B

PS. Como siempre, mis columnas vienen sin conclusión: B
PS2: Mas de 3 líneas, pero me la suda

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